domingo, 26 de agosto de 2012

Contra la vulgaridad, tolerancia cero.


La noche, cálida. El lugar, un jardín. La copa, con el líquido dorado de un cava seco que te hacia beber reiteradamente. A mi lado, rodeada por ellos, mis amigos.
La conversación variada. Las risas entrando y saliendo a borbotones . Los silencios cortos y las interrupciones continuas.
Miraba a mi alrededor con una sonrisa en la boca, me sentía feliz , no podía pedir mas, sin dudarlo era una persona afortunada.
Después, en la cama, encima de las sábanas intentando olvidar el calor, recordaba la placentera noche que había pasado. Pensaba en algunos de mis amigos, los repasaba uno a uno ( Cada uno de ellos tiene algo especial, algo que le caracteriza, algo por lo que me demostró en su momento ser mi auténtico amigo).
Volví a sentirme afortunada, tranquila, segura, acompañada.
Los años van pasando y con ellos vamos creciendo, o no creciendo. Cambiando, o no cambiando. Aunque sí, siempre hay cosas que vamos cambiando. Yo siento que he perdido tolerancia pero he ganado comprensión. Comprensión para entender que todos somos diferentes. Intolerancia para aceptar algunas diferencias. No tolero las diferencias que convierten a las personas en groseras, impresentables, faltas de de respeto hacia los demás. No, no las tolero. Me molestan, me avergüenzan y hacen que deseara no haberme cruzado con ellas.
Para la vulgaridad, tolerancia cero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario