viernes, 19 de abril de 2013

La presidenta

Mi amigo Tasio me sugirió que intentara no enfadarme, y en lugar de ello aprovechara mi vena irónica para comentar aquellas cosas que removían los jugos gástricos de mi estómago. Pero lo que no sabe mi amigo  Tasio, o seguramente lo sepa pero quiso ser delicado al decírmelo, es que mi sentido de la ironía es un cúmulo de mala leche ante lo que me parece intolerable.
Y esta mañana escuchando la radio, se ha producido en mi dicho cúmulo al escuchar una entrevista a la presidenta de la asociación de familias numerosas. (Reconozco que el tema por si solo, ya era un mal comienzo para mi)
La presidenta en cuestión nos ha informado del número de hijos que tenían algunas de las  familias de la asociación. Rondaban entre los cuatro y los diecisiete, es decir, cuatro hijos era el menor de los números, y diecisiete el mayor. La mayoría, o un buen número de familias, rondaban entre los 8 y doce hijos. Hasta aquí nada que decir, a no ser la postilla añadida por la señora presidenta: “somos de lo mas variopinto, no pertenecemos, como mucha gente cree, a ninguna ideología política o religión concreta”
Y de momento casi me cuela el gol, pero acto seguido una piensa en los gitanos y sus numerosas proles y te das cuenta de que en su asociación no existe ninguna familia gitana, por lo cual, no solo pertenecen a una ideología política, sino también a una religión. Y además, mienten.
Conforme iba adelante la entrevista, mi cúmulo iba creciendo, no a la par, sino en la proporción de diez contra uno a favor del cúmulo.
La señora presidenta nos ha comentado cosas como: “tienen que trabajar los dos padres puesto que el gasto es mucho mayor” o “viven en pisos, no creamos que en caserones” o  “hay familias numerosas en las que los dos padres están parados y actualmente viven de sus ahorros” o “no tenemos ayudas”.
Tengo que decirle a mi amigo Tasio, que la ironía se diluye en el cúmulo, que el estómago tiene, o por lo menos el mío, un cierto control de sus jugos gástricos, y que la acidez azota sin piedad cuando mi cúmulo llega a la proporción de diez a uno.
De pronto, la alegre, pausada  y controlada voz de la señora presidenta me ha recordado a los cuentos de hadas. Esos cuentos en los que la cenicienta va al baile en carroza y con zapatitos de cristal; solo que los cuentos de hadas no existen. O si existen, pero personas como la señora presidenta, logran con su desfachatez que no creamos en ellos.
Quisiera yo saber  cuantas de esas familias han sido desahuciadas. Quisiera yo saber que salarios tienen esos padres que después de alimentar, vestir y llevar al colegio a sus hijos, pueden ahorrar. Quisiera yo saber si alguno de ellos cuenta con algún hijo discapacitado y en consecuencia le han quitado la ayuda que recibían, aunque con sus ahorros seguramente pueden suplir la ayuda. Quisiera yo saber cuantos de esos hijos han tenido que ponerse a trabajar por no poder ir a la universidad. Quisiera yo saber cuantos metros tienen los pisos en los que viven. Quisiera yo saber porque no cuentan en sus estadísticas las familias de etnia gitana.
Pero no lo se porque no lo ha dicho. Todo era alegría y felicidad, porque ellos están por la vida, no contra la vida.
Nosotros no señora presidenta, nosotros no estamos ni en por ni en contra, nosotros estamos en la vida, luchando para que nuestros hijos o los hijos de los demás, tengan un futuro mejor del que les espera. Nosotros señora presidenta, estamos por tener el número de hijos a los que creemos les vamos a poder dar lo que los de ustedes tienen siendo un tropel. Nosotros señora presidenta estamos en la vida para enseñarles a nuestros hijos o a los hijos de los demás que los cuentos de hadas existen, pero que eso no es óbice para que debamos luchar sin esperar que se hagan realidad.
Señora presidenta, váyase usted al cuerno, y no olvide llevarse a su semental y  a su prole.