viernes, 29 de marzo de 2013

Radiografías.




Entras con la mejor de tus sonrisas, saludas y después de un saludo rápido te dicen:
-          - Quítese la ropa de cintura hacia arriba y póngase esa bata. Cuando este lista avise.
Sabes que te lo dicen a ti porque no hay nadie más. Obedeces  como en una clase de párvulos y sales diciendo con voz tenue:
-          - Ya estoy
La respuesta no se hace esperar:
-          - Bien, póngase aquí de espaldas a mí.
Acto seguido la persona y su voz desaparecen,  y a lo lejos oyes la misma voz  pero con un cierto deje autoritario:
-          - Respireeee . No respire. Respireeeeee.
Aparecen de nuevo la persona y la voz:
-          - Póngase de lado y agárrese a esta barra.
De nuevo a lo lejos escuchas:
-          - Respireeeee. No respire. Respireeeeee.
Aparece de nuevo la persona, pero  esta vez con la voz menos autoritaria:
-          - Vístase y espere a que le avise.
De nuevo te conviertes en un parvulito y esperas…
Por fin escuchas la voz:
-          - Puede irse. Para recogerlas a partir del día tal. Adiós.
Y te vas.
No se como debería hacerse. Tampoco se el número de radiografías que durante su horario laborar, hace la misma persona. No se como les están afectando los recortes, pero puedo imaginármelo por pertenecer a uno de los colectivos recortados… pero no deja de sorprenderme la falta de sensibilidad.
Hacer que una persona se desnude, aunque sea tan solo de cintura hacia arriba, ya te coloca en una situación de inferioridad, de vulnerabilidad, de incertidumbre… y no pude dejar de formularme una pregunta a la salida:
¿No podría ser de otra forma?

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