domingo, 10 de marzo de 2013

Martín

Mi amigo Martín me mandó un mail con sus últimas impresiones sobre un par  de situaciones que útimamente había vivido. Como siempre que recibo noticias suyas, me puse a leer con avidez. No podía, los hábitos y enseñanzas de la infancia nos acompañan durante toda nuestra vida, por eso lo imprimí, porque  necesitaba tocar el papel donde Martin había escrito sus sensaciones.
    Mejor, mucho mejor, me dije a mi misma, y de nuevo empecé con la misma avidez la lectura.
De pronto me quedé enganchada en la primera frase, “la puerta desajustada por la hinchazón de la madera” me hacia leer y releer una y otra vez… Quizá Martín debería haber entrado dando “un decidido empujón a la desajustada puerta  que con el transcurso del tiempo había ido hinchando su madera….” O quizá no, no lo se con seguridad, pero lo anoté para comentárselo a Martin, luego él ya me diría lo que pensaba al respecto, por algo era escritor.
Continué leyendo y me sumergí  en la descripción de aquel taller de pintura. Si, mi amigo Martín describía de forma magistral los espacios y situaciones, y a mi me gustaba recrearme en su lectura al tiempo q iba construyendo en mi imaginación aquel taller de pintura o cualquier otra cosa que describiera. La lectura se convirtió en una película, podía ver y percibir cada elemento, cada expresión, cada pincel…  Me gustaba como escribía, me gustaba mucho. Y me gustaba aun más  comprobar,  que los años pueden darte un margen de vida más o menos largo, pero que ninguna edad puede darte "estar vivo en la vida", no,  ninguna edad puede darte o quitarte la capacidad de ilusión que produce en nosotros  una cara que nos atrae…
A mi amigo Martín nunca le entusiasmó el deporte, pero aun así lo practica con más o menos asiduidad, forma parte de su carácter responsable. Leer sus sensaciones  durante su estancia en el gimnasio volvió a trasladarme a una gran pantalla donde con claridad veía los vestuarios, las duchas, las piscinas, los “churros” de colores, los nadadores peces, los compañeros de aquagym …. La sonrisa y la carcajada se alternaban mientras visualizaba la película depotiva, y al final, incluso creó en mi un pequeño desasosiego por mi falta de actividad física.
No se el tiempo que dedica Martin a escribir, pero tengo que anotarme, junto con la hinchada puerta de madera, decirle que dedique el tiempo suficiente para que, no solo sus más próximos y yo podamos gozar de sus escritos, sino que pueda hacerlo el mundo entero. Por él y por el mundo. Ambos se lo merecen.

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